3:33
¿Jugamos a grabarnos frente al espejo a las 3:33? Nadie aguantó más de tres minutos. Yo sí. Y ojalá no lo hubiera hecho.
Se hizo viral en TikTok.
Un reto estúpido como todos.
Te pones frente al espejo a las 3:33 de la madrugada.
Te grabas durante tres minutos. Sin moverte. Sin hablar. Sin parpadear.
Dicen que si aguantas… se aparece algo detrás.
Nadie aguantaba.
O se reían, o encendían la luz, o salían corriendo en el segundo 42.
Yo no.
Yo quise hacerlo bien.
Por likes.
Por fama.
Por demostrar que era más valiente que todos esos imbéciles con filtros de terror y gritos enlatados.
A las 3:30 puse la cámara.
Me senté frente al espejo.
Silencio total.
Tenía que aguantar tres minutos.
Uno.
El reflejo me miraba. Igual que yo. Ni un temblor. Todo en orden.
Dos.
La puerta del armario se movió un poquito.
Nada raro. Corriente de aire, pensé.
Tres.
Mis ojos empezaron a arder. Pero no parpadeé.
Mi reflejo sí.
Lo vi.
Clarísimo.
Parpadeó. Una vez. Y sonrió.
Yo no.
Empecé a sudar.
Quería moverme. Decir algo. Gritar.
Pero si lo hacía… perdía el reto.
Tres minutos. Solo tres.
El temporizador vibró.
Me levanté.
Me di la vuelta.
No había nadie.
Todo estaba igual.
Respiré aliviado.
Subí el vídeo.
Cinco minutos después… explotó.
Cientos de comentarios:
“¿Viste eso detrás del espejo al segundo 2:47?”
“La sombra del fondo se mueve. Joder, qué miedo.”
“El reflejo sonríe y tú no. Esto es real.”
Quise borrarlo.
Lo juro.
Fui a eliminarlo y la app se cerró sola.
El vídeo seguía ahí.
En bucle.
Lo peor fue esta mañana.
Fui al baño.
Me lavé la cara.
Y cuando levanté la vista…
Mi reflejo ya no me devolvió la mirada.
Me guiñó el ojo.
Y se quedó sonriendo.
Todavía sigue ahí.
Yo no sé quién soy ahora.
Ni cuánto tiempo me queda.
Pero si ves el vídeo…
No aguantes los tres minutos.
Ni se te ocurra hacerlo.
O el reflejo ya no será tuyo.
—
Y si has llegado hasta aquí con el pulso intacto…
Cuéntame abajo si quieres que siga subiendo este tipo de relatos los sábados.
Aunque te advierto una cosa:
Cuanto más os gusten,
más os van a doler.